El lenguaje del poder, de las normas, aquel que define y dispone, se ha ido institucionalizado en muchos de los ámbitos de nuestra sociedad, determinando bajo qué condiciones los individuos estamos fuera o dentro de ella y desgraciadamente las empresas no están fuera de este ámbito.
En las empresas, este tipo de lenguaje se instaura formando parte en ocasiones de la propia cultura empresarial , los problemas o conflictos se acallan o se tratan en ocasiones de forma drástica con métodos que probablemente no terminen con la causa, y la dimensión jerárquica “arriba y abajo” se aplica de forma inadecuada.
¿Podría un buen facilitador de la empresa compaginar las dimensiones humanas: cerca-lejos, dentro o fuera con la dimensión jerárquica” arriba – abajo”, sin perder autoridad y liderazgo?
Es bien sabido que un buen líder ejerce y gana su autoridad con el respeto del grupo, pero no a través de la coacción, presión, miedo, si no porque el grupo se siente realmente apoyado, porque cada uno de los individuos del grupo se sienten cómplices de un proyecto común y con la clara visión de su misión en la organización y por tanto va a ser una magnifica forma de prevenir que surjan desencuentros.
El buen facilitador se preocupa no por el porqué ocurre, sino en el cómo de lo que ocurre en las personas. No interpreta, ya que escucha, empatiza y tiene la capacidad por tanto de hacer ver que comprende el significado, con lo que consigue rebajar tensiones, ansiedad y defensas en las personas ante situaciones de conflicto, abre expectativas y tiene una clara visión a futuro.
Su papel va a ser de lente de aumento, dando la oportunidad a las partes en desacuerdo de devolverles a todos su imagen aumentada en los mínimos detalles. No va a realizar descubrimientos por su cuenta, pero si puede mediante sus intervenciones hacer que las personas se vean a sí mismas con más claridad y por tanto puedan descubrir lo que su conducta significa.
El lenguaje y sentirse escuchado empodera a los individuos, hace que empiece a pensar que el problema no es solo “tuyo”, si no también “mío” por lo que empezaré a ser protagonista y a pensar en cómo resolverlo.
El facilitador ayuda a crear una cultura colaborativa y constructiva.
Las empresas que toman conciencia de este nuevo reto de implantar programas de capacitación y formación in company a sus miembros directivos en técnicas y habilidades de facilitación para gestionar mejor y resolver los conflictos que habitualmente surgen en su seno e implantan programas de prevención en los que todos los miembros son partícipes, ahorran un 70% en costes y un 80% en el tiempo que invertían empleando otros medios tradicionales para paliarlos y realmente no acabar de solucionarlos.
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