Las
empresas familiares para conseguir su propósito de continuidad y crecimiento en
el tiempo, tienen que tomar la decisión de plantearse, en algún momento de su
vida, cómo van a ser en el futuro, las relaciones
entre los miembros de la familia y de plantearse una estructuración, lo más
formal posible, de estas relaciones.
Es
necesario que la familia vincule la planificación
estratégica de la empresa y la planificación
estratégica de la familia. Aunque estos planes son diferentes, uno
está influenciado por el otro y no deben considerarse como independientes, al
contrario, deben verse como complementarios, proveyéndose de fuerza
mutuamente. Para ello, la empresa requiere que los miembros de la familia
determinen el grado de compromiso para con la empresa. Debemos recordar que a
medida que aumenta el número de miembros de la familia también hay más
opiniones e ideas y esto dificulta el manejo si no contamos con un profesional mediador que facilite las
condiciones para establecer el rumbo que todos deberán seguir.
Debemos
entender que la empresa familiar está compuesta por una serie de sistemas: propiedad-empresa-familia,
con intereses y necesidades a veces diferentes, el papel de la mediación precisamente es facilitar
el desarrollo de unas reglas de juego que logren un equilibrio entre
dichos sistemas regulando las relaciones entre éstos. En ocasiones esta
relación se plantea por escrito en forma de lo que en la literatura se conoce
como Protocolo familiar.
Hablar
de reglas es hablar de claridad y
transparencia en las relaciones entre la familia y la organización, para lo
cual el mediador colabora
favoreciendo que el orden, serenidad, prudencia, generen posibilidades de entendimiento
tratando de evitar por otro lado la dosis de ambigüedad que desgasta, desmotiva
y acaba con los miembros talentosos del negocio de una empresa familiar.
Es
fundamental por otro lado que todos los miembros de la familia que, de alguna
manera, se relacionen con la empresa conozcan
por lo menos las cuestiones fundamentales de su organización y lo que se
espera de ellos. En la medida que las reglas sean claras para todos y se
reduzca la ambigüedad de los planes del fundador o líder, los miembros de estas
organizaciones se sentirán más seguros y también disminuirán las luchas
interiores por el control.
Uno
de los grandes retos empresariales es encontrar los espacios para el diálogo
constructivo entre los socios y los miembros de la familia legítimamente
interesados en la empresa. El mediador
a través de sus sistemas de resolución
de conflictos, facilita que los miembros de la familia que participan del
proyecto empresarial, resuelvan sus diferencias y encuentren juntos los
acuerdos que permitirán establecer políticas
claras y ámbitos de acción para todos dentro y fuera de la organización.
Este reto es quizás la prioridad más urgente de una empresa familiar.
Jorge
Miralles
Socio
Acordia Mediación
info@acordiamediacion.es
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