El
pasado 3 de abril apareció en las páginas del diario EL PAIS un artículo a toda
plana donde teníamos conocimiento de las difíciles relaciones que mantienen la
familia Lladró dentro de la emblemática empresa de Tavernes Blanques
(Valencia), icono de las figuras de porcelana de lujo en el mundo.
Según
la información que recoge EL PAIS cuatro de los cinco consejeros han dimitido y
Rosa Lladró, hija del mayor de los tres hermanos que crearon esta firma de cerámica
fina, ha tomado el mando. Desgraciadamente la crisis familiar va en paralelo a
las dificultades económicas por las que está pasando Porcelanas Lladró. La
situación de conflicto llega al punto de que Rosa Lladró afirma que “la
intención es conservar el negocio en la familia, porque es nuestro. Pero si
fuera necesario vender, lo haríamos”.
Según
Rosa Lladró dice que cuenta con el apoyo accionarial suficiente de su rama
familiar para dirigir la compañía, pero su propia hermana Mari Luz ha dimitido
hace unos días como presidenta del consejo, alegando maniobras obstruccionistas
de Rosa. Como
afirma EL PAIS, “la aritmética respalda a Rosa Lladró, pero la fragmentación
accionarial no permite descartar nuevos episodios de inestabilidad”.
La
situación que ésta viviendo esta familia empresaria, suele ser más habitual de
lo que se piensa. En la empresa familiar no solo intervienen los inversores, y
los colaboradores de la empresa, además tenemos la participación de los
miembros de la familia, que pueden actuar, como socios, como trabajadores sin
participación, o simplemente a través de su relación familiar. Estas interrelaciones crean un sistema especial que se diferencian del resto relaciones económicas entre socios y en la empresa.
En
el caso de Lladró, vemos que las relaciones entre hermanas, primas, tíos
fundadores en este caso, cónyuges, etc. intervienen y afectan al funcionamiento
de la administración de la compañía. En situaciones complejas como ésta, es
fundamental poder contar con la ayuda externa de un mediador profesional, que
teniendo en cuenta todas las circunstancias, desde la situación económica de la
compañía, la distribución accionarial, la composición de las relaciones
familiares, los intereses y las diversas necesidades existentes, facilite el
trabajo de negociación necesario, creando un clima de diálogo que permita
llegar a acuerdos duraderos para la compañía y la familia.
Disponer
del control accionarial suficiente, como es el supuesto caso que manifiesta
Rosa Lladró, no es suficiente para garantizar la paz social y familiar en la
empresa, imprescindible en estos momentos de dificultades económicas por las
que está pasando. Los costes económicos, de reputación, personales y
profesionales de los colaboradores que participan del proyecto, debidos al
mantenimiento del conflicto, son de una magnitud, que, si no se consigue
reconducir, pueden condicionar la continuidad de la compañía.
Por
ello, en una situación crítica como la que se encuentra la familia empresaria Lladró,
acudiendo al procedimiento regulado por
la Ley 5/2012 de Mediación
Civil-Mercantil, le puede ayudar a reconducir los profundos desacuerdos que
parece existen en su ámbito familiar-empresarial desde tiempo atrás, donde el mediador profesional desde su situación
independiente y neutral, pueda
facilitar la generación de una nuevas condiciones que satisfagan a todas las
partes desde un ámbito de confidencialidad,
que les permita poner el foco en lo que más les interesa desde hace muchos
años, poder llevar su cerámica fina a todos los rincones del mundo.
Jorge
Miralles
Socio
en Acordia Mediación